domingo, 16 de diciembre de 2012

El Tapete

¿Porque no le encontraba luz a los soles esa mañana?
Mis brazos al fin estaban libres, los anchos troncos no se movían,
las polillas ya se los comían. Su mirada apaciguada al infinito. El
viento que soplaba y me ardía por las noches había desaparecido por completo.
Estaba ahí posado color nieve en pleno verano. Sobre su fango se formaba un charco de agua de Jamaica espesa. Escuche los pasos del prestigio y sucesivo lo aventé por
debajo y salté. Luego pensé:
«"Ahora tu serías el tapete de la casa Amor" »

sábado, 15 de diciembre de 2012

"De Finales de películas y finales de nuestras vidas"

Aquí un texto que escribí para la revista "Pathos", un proyecto de mi amiga Laura, el cuál espero salga pronto. Fue escrito para el primer número de la revista (el número cero). El tema de la primera edición, hablaba sobre las cerraduras en nuestras vidas, Laura nos dio total libertad para escribir y esto fue lo que salió. 

El escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia escribió una vez una bella reflexión sobre lo qué para él y su generación había significado ir al cine: “Los jóvenes de hace años íbamos al cine para escapar de la vida real, que era aburridísima, creyendo que perdíamos un tiempo precioso. Creíamos que perdíamos el tiempo, y sin embargo, el cine y las idas al ídem son, para los de mi generación, el único nexo, la memoria común, la división de clases y la fuente de ilustración más poderosa del mundo”


(Les Quatre cents coups, 1959, Francois Truffaut)
Desde hace ya algunas generaciones es más que evidente la influencia que el cine ha tenido sobre nuestras formas de vidas. El cine ha saltado de la pantalla y ha dejado su propio universo para pasar a formar parte de nuestra historia, se ha vuelto parte de nuestro imaginario colectivo, que venía desde décadas atrás siendo construido por la literatura y las tantas costumbres de nuestros ancestros. Mi reflexión sin pretensión alguna tratara de ir más hacía las cerraduras que pueden generar las películas en nuestras vidas. La manera en la qué el denominado “séptimo arte” puede hacernos percibir o mirar con un ojo más sensible todo aquello qué nos rodea y por qué se necesitan finales tanto en las películas como en nuestras vidas mismas. Las películas más importantes de nuestras vidas (por que en este punto asumo que tú ya tienes bastantes en mente) pueden quedarse grabadas durante días, meses o inclusive para siempre en nuestra mente.

Pero ¿Cómo es que pueden ser aquellas películas las que se atrevan a dar un primer paso en cierto cierre de nuestras vidas?. Me viene a la cabeza “Los 400 golpes” de Francois Truffaut, recuerdo perfectamente haberla visto por primera vez a la edad de 15 años, justo después de verla había sentido como algo había repentinamente cambiado en mi vida, en un inadvertido abrir y cerrar de ojos entendía (o por lo menos eso creía) que una nueva puerta en mi vida se había abierto. Curiosamente había sigo gracias a aquella película rodada en el año de 1959. La historia de Antoine Doinel (personaje principal) me había conmovido totalmente. Sin pensar mucho en términos técnicos y demás, había encontrado en aquel simple relato de ese chico de 12 años de edad u cierto espejo para mi vida en aquellos momentos. Está de más decir que yo nunca fui, ni he sido un inadaptado social como lo es Antoine en la película, pero encontré en aquella historia muchas de las preocupaciones que entonces aquejaban mi vida.
Entre tantas escenas que tengo grabadas en mi cabeza de la película, la qué más se ha quedado marcada en mi mente (y siendo más románticos, en mi corazón) es la escena final en la que se ve al pequeño Antoine corriendo y huyendo hacía la playa. Antoine no tiene a donde correr, Antoine no tiene razón de correr, él huye de si mismo, huye de su padre, su madre, la escuela y de toda la sociedad , aunque todos ellos ya estén lejos Antoine corre... pero no tiene a donde huir es un pobre niño de 12 años y tiene que enfrentar a la vida de cara.Simbólicamente la película acaba en una foto fija de Antoine mirando hacía la pantalla.
Al terminar de ver la película por primera vez sólo me quedaban dos preguntas en la cabeza: ¿Se habrá liberado? ¿Será feliz?. Sin darme cuenta la película había acabado, repentinamente la historia se había cortado ante mis ojos, entonces sentía aquella sensación de satisfacción y paz en mi pecho, pero a su vez me sentía violentamente confundido, quizá algo triste y melancólico, no quería que la bella sensación que había experimentado durante la película se esfumara de repente de mi vida, en mis adentros surgía otra pregunta que de repente se superponía a las anteriores: “¿Por qué habría acabado?. Más tarde comprendí que la etapa que vivía por esos tiempos tenía que acabar tal cual como aquella aventura de Antoine, así repentinamente y aunque ese final llegara un poco después de haber visto esa película, puedo usar de metáfora al mismo cine. Una película tiene que acabar cuando está así lo requiera y no sé le puede exigir de más (a menos que existan secuelas, algo con lo qué no pienso meterme aquí). Pero a su vez entendí que un fin no era necesariamente “algo que tenía que acabarse para siempre” había reflexionado y la historia de Antoine seguía más que viva en mi cabeza, entendía que la película podía vivir mucho después de los créditos, está en el espectador de mantener viva aquella historia, está en sus manos de hacerla suya. Y al igual que la etapa que vivía por esos días, comprendí que el fin era tan solo la excusa más grande del mundo para poder entrar hacía otro lugar mucho más grande que el anterior. Necesitamos ciertas cerraduras en nuestras vidas, es necesario ponerle fin tanto a una historia como a una etapa de nuestras vidas. Es parte de aquel proceso tan tortuoso y a su vez sabroso que es el de crecer, del cual nunca podremos escapar. Desde mi trinchera y desde un humilde punto de vista personal veo al cine como mi propio crecimiento, es pero eso que expongo aquí la película de Truffaut como cierto cierre en mi vida que en realidad fue una gran apertura en ella misma, solo qué en su momento no lo sabía. Ver una película es siempre una nueva aventura, no siempre será la mejor película ¿pero acaso es que todas las experiencias que vivimos son buenas?. Necesitamos indudablemente de aquellas películas que tanto criticamos para poder saber diferenciarlas de esas delicias que en verdad valen la pena y nos mueven completamente nuestro universo. Es lo mismo que con la vida. Cada película es como realizar un gran viaje, quizá no esté tan seguro de haber aprendido o captado todos los mensajes qué este me ofreció en primera instancia, pero sé que algo ha cambiado en mi, sé que no soy, ni seré el mismo que era cuando la película había comenzado a cuando está haya acabado.Como “Los 400 Golpes” podría dar muchos ejemplos más, pero creo que la película de Truffaut encierra perfectamente de manera simbólica aquella idea de cierre y crecimiento que busco expresar en estás humildes lineas.
Y regresando al pensamiento de Ibarguengoitia con el que comencé este texto me gustaría hacer hincapié en como el cine se ha convertido en el escaparate de muchas personas a lo largo de varios años, las películas se han convertido en un lugar dónde podemos escucharnos sin ser siquiera nosotros los que hablemos, pues como el alguna vez joven Jean-Luc Godard dijo: “En el cine no pensamos, nosotros somos pensados”. Cuando se pensaba que sé perdía el tiempo en una sala de cine, la generación de Ibarguengoitia no sabía que al contrario no perdían si no que ganaban su tiempo, dentro de esas salas se forjaban los cimientos de toda una generación, que crecía con imágenes. No sabían que ellos mismos dentro de esa oscuridad compartían una soledad colectiva y a su vez creaban una identidad propia, que luego marcaría a todo un grupo de personas que luego se convertirían en lo que hoy son nuestros abuelos, que luego convertirían a nuestros padres y luego a nosotros.
El cine se construye desde unas cuantas lineas y después acaba ante los ojos y corazones (por que los ojos son la ventana del alma) de millones de personas, como tú y como yo. He crecido con el cine, me he enamorado con el cine, he llorado con el cine, me he frustrado con el cine, me he emocionado de todas las formas posibles con el, de hecho creo que hasta soy un desgraciado romántico por su culpa. Si soy quien soy hoy por hoy es en buena parte culpa del cine.Hoy a tan solo unos años después de haber visto por primera vez aquella película de Francois Truffaut me he dado cuenta lo que he dejado atrás en el camino de mi vida.
Entendí que nada volverá a ser jamás como lo fue antes, y así está bien, quizás perdí las llaves de esa casa que cerré, pero nunca olvidare los adentros de ese lugar ni como me sentía en el. Al igual que cuando contemplo una película por primera vez, sé que podré volver a ver y tratar de comprender esa película las veces que me plazcan, pero nada se comparara con la magia de aquella vez primera en la que esas imágenes volaron de mis ojos hacía mi cabeza logrando emocionarme, reflexionar y dudar.
El cine que fue pensado en su origen como un simple entretenimiento o atracción pasajera de feria hoy me hace reflexionar sobre los cierres de nuestras vidas y aunque no todos estén de cuerdo con la idea de que necesitemos del cine para nuestra vida diaria puedo afirmar con bastante convicción que como mínimo el cine siempre necesitara de la misma vida diaria poder existir, y como la vida no tiene final, el cine tampoco lo tiene. Así que lo que nosotros conocemos como final simplemente no existe. 

Por que tal y como lo dice el maestro Fellini:
 “No hay final. No hay principio. Sólo está la pasión por la vida”

Y esta es nuestra vida. El cine. 





Una PEQUEÑA INTRODUCCIÓN


Saludos, mi nombre es Sergio, tengo la edad legal para votar y ser un "adulto responsable", habitó en una ciudad de México llamada Morelia, y desde ahora este espacio (¿ficticio/real?) llevará por nombre: "Primer Plano". Hacía bastante tiempo que no me dedicaba a escribir un blog, repentinamente había decido en aquel entonces dejar el hábito de compartir escritos o pensamientos, desde entonces han pasado ya poco más de dos años. El espacio que solía tener por aquel entonces llevaba por nombre "Nada Personal", así es la canción de Soda Stereo era la excusa perfecta para así nombrar aquel espacio, que en efecto, con el tiempo se volvió Nada Personal, paradójicamente quizás buscaba eso, buscaba ser leído, buscaba desnudarme ante muchos, ser el verdadero yo entre líneas... no sé aún desconozco las razones de ese blog, ahora al leerlo, siento cierta distancia, pero a su vez cariño con la persona que era en ese tiempo. 

Ahora empiezo este nuevo espacio, con el pretexto de dejar plasmado a este nuevo Sergio. No tengo una meta en específico, tan sólo quiero volver a compartir mis pensamientos y así hacer la carga de "la vida diaria" menos pesada. Cuándo había dejado "Nada Personal", lo había hecho con el pretexto de no querer ser leído por nadie, más que por mi. Lo cuál ahora me parece sumamente egoísta, quiero dejar una pequeña marca en este mundo que es el internet, ¿y qué mejor manera que con palabras y sentimientos?

¿A dónde voy? No lo sé, han pasado dos años y aún no lo sé. Sé que quiero, pero aún no sé exactamente de que manera lo quiero, en que momento. Desde que cerré aquel Blog, me enamoré de nuevo, de una manera apasionada y muy loca. Viajé un año, y regresé (en ese año intenté abrir un blog, pero no pude hacerlo, mi hábito por compartir mis pensamientos se había esfumado... todo era para mi.)
Quiero empezar de nuevo este camino de bloggero, los invito a acompañarme. 

Ahora: Las reglas del BLOG, ningunas, me daré permiso de escribir sobre cualquier cosa, cine, literatura, mi vida propia, cuentos cortos, no sé... lo que venga a mi en ese momento. Soy un escritor frustrado, soy de aquellos que gustan de escribir largas cartas de vez en cuando, hábito que no quiero perder... pero que parece últimamente perdí, tan sólo por no dedicarme a ello... amo las palabras, la literatura, siempre seré un escritor frustrado. Y bueno, este escritor frustrado les da la bienvenida a una parte de su cabeza, un mundo llamado "Primer Plano" el cuál no pretende nada, más que ser un simple vehículo y escape personal para los diversos sentimientos e ideas que me aquejan diariamente. Un saludo y de nuevo bienvenido