sábado, 2 de marzo de 2013

Una Llamada

Suena el teléfono. Debo aceptar que odio el tono de este celular, pero por alguna razón (pereza) no lo he cambiado. 
Es un amigo, un amigo muy cercano, de los más cercanos. Hace poco más de 15 días que no nos vemos, y antes de eso, también nos habíamos perdido por un momento.
La llamada es rápida. 
Mi amigo estuvo de viaje, durante una semana, conoció nuevos lugares, estuvo con otra gente, visito universidades...
Pero nunca hablamos de eso, él es directo. Hablamos de una mujer. 
La conversación se deja fluir, yo lo escucho con atención, me esta hablando de una mujer, no de protones o que se yo qué, debo prestarle atención, me describe todo con lujo de detalle (como siempre suele hacerlo), yo imagino cada momento que el me platica. Soy muy visual.
Sonrío, después hago cara de desapruebo y al final río. Cuelga. Quedamos de comer juntos, no nos decimos más. Es un pacto silencioso que los dos sobreentendemos. 

Y así es... podríamos hablar de ellas por siempre, como nos hacen sentir, que nos hicieron, como pensaron (pensamos que pensaron) en aquel momento. Todo repentinamente gira en torno al sexo opuesto, estamos por siempre, cada uno, en su propia ignorancia, desviviendo pensamientos tan sólo en ellas. Y así será. 

¿Qué remedio?

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